Blogia
fabulman

General

El calor de tu piel

Tú, ahí, de pie
como en un trance de placer
En completa excitación
Y recorriendo con tus manos
cuerpos en la oscuridad.
Deslizo mi mano por tu espalda
y bajo hasta quedarme prendado
por tus suaves y curvas colinas
y las tomo con fuerza
para sentir el calor de tu piel.
Pierdo el sentido, te muerdo,
sintiendo un suave gemido.
Como en una suave danza
te cubro con mis brazos
y te aprisiono junto a mi
para que sientas mi deseo
copando hasta tu último milímetro.

Hey again!

Aqui estoy de nuevo. Mi ausencia más debida a la memoria que las ganas de volver. Es decir, no me acordaba de mi clave.

Mi primer celular lo compré en una feria del Poliedro el 30 de mayo de 1998 y era un Movilnet cuya línea era 0416-6129898. Me provoca hasta llamar para ver si alguine me responde.

Venezolanos pierden masivamente el meñique en referendo

Los venezolanos perdieron masivamente el domingo el dedo meñique derecho por efecto de una sustancia utilizada como indicativo visible durante un proceso de referendo contra el presidente Hugo Chavez
Fulanita quiñones dijo a Notifab que prefería perder el dedo que perder su país. "A chavez lo voy a mandar a sentarse en el tuquito que me quedó", dijo tras ser intervenida en un hospital de Caracas.
La tinta utilizada para marcar el dedo meñique, como prueba de haber votado, generó una reacción de "inelasticidad" que iba ajustando el órgano hasta privarlo de aire y conduciendo a su muerte. Los hospitales lanzaron operativos masivos para amputar los dedos muertos.
El Consejo Nacional Electoral llamó a todos los venezolanos a conservar la calma, ya que el dedo si es verdad que no podrían conservarlo.

Sueños mediáticos

Mi noche se ha perdido entre los rayos catódicos de mi fiel amigo. El control remoto tiene las teclas desgastadas pero todavía intento terminar de exprimir la programación del día. De pronto, algo me detiene. Es una imagen familiar, casi mi propio reflejo en la pantalla. Es él. Sonríe para demostrar su simpatía y envía saludos por doquier.

Es imposible, ya es medianoche y los canales locales han terminado sus transmisiones. ¿Por qué sigue ahí? En un inútil intento, tomo el control y paso de canal. Los Expedientes X, mi programa favorito. Me hundo en la truculenta trama que lleva a los agentes Mulder y Scully a estudiar el extraño caso de una verruga que produce extraños alienígenas. El implicado niega cualquier indicio de culpa y señala que las “cúpulas corruptas” lo han implicado en este problema. Al escuchar aquella frase me incorporo en mi silla y compruebo que está allí; con su risa permamente y enviando un saludo a los “agentes mismos del FBI”.

Cierro mis ojos. No puede ser verdad. Cambio nuevamente el canal y me consigo con “La Niñera” que está muy entusiasmada porque después de haberse divorciado de un famoso millonario ahora va a trabajar cuidando la dulce hija del presidente de un país. Pocos minutos después, aparece una niña catirita que tiene como mascota una morrocoya. El asunto comienza a resultarme común y prefiero seguir buscando algo mejor en el televisor.

Aparece un extraña mujer, rubia oxigenada, que con unas fichas en la mano anuncia el caso que prosigue: ¿Por qué censuran su programa y colocan en su horario cadenas presidenciales? Un tal Diosdado Cabello defiende el derecho de preservar la moral y las buenas costumbres. La animadora anuncia a un invitado que aparecerá de incógnito. Sólo se observa una figura entre sombras que sonríe ampliamente y tiene una protuberancia que sale de su frente. Mientras manda saludos, Diosdado Cabello aprovecha para caerle a golpes a la animadora. Interviene la policía y cortan la transmisión.

Casi vencido paso de canal y me encuentro con Ally Mc Beal que se queja de su mala suerte para conseguir un hombre que la comprenda. Intuyo inmediatamente sobre quién puede ser ese Romeo que ella espera. ¿Acaso existe alguien más indicado para complementar la neurosis de la protagonista? Sin embargo, cuando termina el capítulo todavía ella está sola.

La sonrisa, la verruga y los saludos ahora aparecen en todos los comerciales. Me despierto sobresaltado. Son las 6:30 de la mañana y en un programa de opinión alguien envia saludos a todas las mujeres y hombres que se levantan temprano para trabajar por esta república bolivariana. Apago el televisor. No necesito saber quién es. Ya tendré suficientes oportunidades para verlo a través de la pantalla catódica.

(Otro escrito de junio del 2000)

Chateando se entiende la gente

Desde hace más de un mes he entrado al chat buscando la mujer ideal. Una de esas tantas que se anuncia, que dicen tener curvas suicidas y melenas Pantene. Es cruel la soledad. Y aunque siempre he estado contra la idea de las citas a ciega estoy frente a mi pantalla buscando el angel de mis sueños o por lo menos alguien que pueda resolver mis ratos de ocio.

Hace una semana, me encontré con una hermosa mujer (digo yo que era hermosa), enloquecí ante sus primeros teclazos y sucumbí ante el sexy trato que me prometía. Dejé por algunos minutos que describiera las bondades de su cuerpo. Era perfecta, justo lo que yo necesitaba, hasta que de pronto me dijo que quería que la hiciera mía. Me asusté, perdí el control por unos segundos pero traté de mantener la calma.

Le pedí su teléfono, que me dijera dónde se encontraba y yo salía a esa hora (las tres de la madrugada) para donde ella estuviera. Ella se quedó “muda”, y con gran desparpajo me dijo que solamente quería tener sexo virtual. ¿Sexo virtual? ¿Para qué le sirve eso a uno teniendo a la eterna amiga de los cinco dedos? Intenté de cualquier forma que accediera a dejarse ver pero la muy muérgana huyó dejándome el cruel mensaje “a las 3:50 Sisy dejó la chatear privada”. Aunque mi francés no es muy bueno, supe enseguida que era una despedida.

Pero mi compulsiva obsesión por conseguir un affair electrónico me llevó de nuevo al chat dos días después. Aún a riesgo de conseguir un nuevo guayabo virtual. Siempre me ha extrañado algo, nunca he conocido una mujer fea en el chat. Todas con quienes me he topado me dicen que son una fusión genética entre Cindy Crawford, Lady Di y Catherine Zeta-Jones ¿Qué extraño, no? El chat parece más bien un concurso de belleza, ¿Será que a la gente bonita también le cuesta conseguir pareja y por eso entran al chat?

Pero mis mayores temores se cristalizaron en menos de lo que esperaba. Resulta que “una noche tan linda como aquella” encontré a la chica ideal. 25 años, profesional, “de belleza delicada” como ella misma se describió. Después de tres horas de chistes malos, preguntas estúpidas y propaganda de ambas partes, me decidí a invitarla a tomarse algo por ahí. Ella accedió y yo maravillado le di toda seña posible para que me ubicara.

Esperé en el Café acordado por unos minutos. De pronto apareció ella. Tenía unos cuantos kilos adicionales, tal vez demasiados. Su piel no era el suave terciopelo de mi mente y sus dientes, los que tenía, estaban amarillentos. Sonreí, me tomé el café prometido y me despedí tristemente pues al día siguiente supuestamente me iba para Australia.

Prometí desde aquella vez no volverme a echar ese muerto pero confieso haber reincidido. Me he topado con una ninfómana, una marimacho y un travesti. Que buena experiencia. Pero así es el chat. A pesar de los barrancos que uno se echa, vuelves a entrar otra vez para seguir buscando tu media naranja entre rubias que tienen el cabello azabache y chicas decentes que usan minifaldas de lentejuelas.

(Escrito en junio del 2000)